La primera realización de un director que ha demostrado saber extraer lo mejor de auténticos materiales de derribo narraba la fuga de un grupo de psicópatas ingresados en un sanatorio psiquiátrico. Sobre el papel, esta historia puede tener un interés muy relativo, pero la habilidosa dosificación de sus elementos y una astuta puesta en escena consiguen que sus resultados estén muy por encima de la media. Cuatro psicópatas consiguen escapar del hospital psiquiátrico en el que estaban ingresados gracias a un fallo eléctrico. La cuadrilla tiene un claro objetivo: vengarse de los psiquiatras que tanto les han atormentado a lo largo de todos esos años con sus extrañas e incomprensibles teorías.