Miguel, otro joven español de clase media, bien formado, acomodado, se queda en el paro y se da de narices con algo igual de malo (o peor) que la pobreza: con la desidia y el vacío de una vida no escogida, sin referentes, con amigos no siempre reconocibles y relaciones esporádicas. En los días demasiado llenos de horas sólo es capaz de buscarse y reinventarse a través de sueños: se inventa a María, vuelve al pasado y espera al futuro, discute con amigos a los que no escucha. Miguel desecha un presente en el que no está cómodo, deja la acción de lado (en realidad nunca la tomó) y espera que el tiempo y la vida hagan todo lo demás.Una fecha en medio de nuestras vidas puede ser el punto de inflexión que marque un antes y un después, un Año Cero que será para mejor o para peor. No sólo depende de los demás, también de uno mismo.No podemos controlar las vidas ajenas, tampoco la crisis, el entorno o la suerte. Pero, ¿qué ocurre cuando nuestra propia vida se ha hecho tan ajena que tampoco podemos controlarla? A veces caminamos en direcciones equivocadas y es difícil corregirlas. En un mundo inmerso en una crisis económica y de valores, las oportunidades son menos, las relaciones menos humanas, los lugares menos felices y las decisiones más duras.Pero todavía podemos convertir cada momento en un Año Cero. Sólo hay que estar atento a la oportunidad. Y si no llega, no nos queda otra que crearla.