El fútbol es una pasión incontrolable para todos los participantes del juego. Hilario no es la excepción. Fanático enfermo del deporte en cuestión, se horroriza cuando Martín se lesiona la mano justo antes de la final. De su espíritu motivador deben salir las palabras justas para que Facundo, el suplente, reemplace a su lastimado compañero.