¿Cómo te enfrentas al despertar sexual de tu hija de 18 años si es una joven con discapacidad mental? Dora tiene 18 años y ya es adulta o, por lo menos, debería serlo. Sí, porque en realidad Dora no es precisamente una chica como las demás. Aunque su mente y su percepción del mundo son propios de una niña, su cuerpo no ha dejado de desarrollarse. Este aparente desfase, potenciado por una infatigable curiosidad, espanta a sus padres, abrumados por una situación que no conocían ni saben gestionar. Esta desorientación se debe a que Dora ha dejado hace poco de tomar su medicina, lo que ha revolucionado por completo su “tranquilo” día a día. Tras años pasados en un estado de duermevela, Dora parece retomar posesión de su cuerpo. Hambrienta de emociones y libre de los prejuicios que atenazan a los que se llaman “normales”, se lanza a descubrir el mundo y su cuerpo para acabar afrontando su sexualidad.