Hace ya más de siete décadas, un grupo de jóvenes españoles desembarcó en los estudios de Hollywood con la intención de convertirse en estrellas de la gran pantalla. Aún no había sido introducido el doblaje cinematográfico, por lo que se solían rodar nuevas versiones de los grandes éxitos del momento destinadas a los mercados foráneos, en muchas ocasiones formalmente miméticas aunque casi siempre más baratas. Los rostros más característicos del cine estadounidense eran sustituidos por intérpretes de origen hispano para estas fotocopias fílmicas, que dejaron de hacerse por el alto coste que suponían en comparación al doblaje, herramienta gracias a la cual fue posible además saciar la demanda del público de ciertas presencias delante y detrás de la cámara. Rodado en los espacios del ayer que aún sobreviven en el Los Angeles de hoy, el documental recupera la memoria de esta generación perdida, de nombres que hoy en día ya no dicen nada a casi nadie, pese a que algunos gozasen de una respetable popularidad en su día.