Asolada por los monocultivos y la creciente despoblación, los pocos habitantes que quedan en la pampa argentina subsisten aislados y en soledad. Horacio Deluca, de 73 años, regresó al campo después de una vida errante y ahora está solo, sin familia, cuidando su pequeña y precaria granja. Pasa sus días entre el duro trabajo, la compañía de sus perros y la inmensidad de la pampa, una pampa nebulosa y hambrienta que explora con una mezcla de fascinación y desconsuelo.