En un tiempo de crisis identitaria, donde los roles familiares y las tradiciones centenarias comenzaban a cambiar debido a la posguerra en Japón, el cineasta Kenji Mizoguchi se dedicó a explorar el papel de la mujer en la sociedad, tema que colmó con este atípico melodrama familiar sobre madres e hijas.
Yukiko es una estudiante de música que, después de un intento de suicidio, vuelve con su madre, Hatsuko, una viuda que regenta una casa de geishas. El joven doctor Matoba, que mantiene un affaire con Hatsuko, se siente atraído por Yukiko. Ella, al principio, lo rechaza, pero sus sentimientos van cambiando y llega incluso a enfrentarse con su madre.