En Portugal, un país europeo sumido en la más absoluta crisis, un director de cine propone construir historias ficcionales sobre la miserable realidad en la que se ve inmerso. Aún y así, tras fracasar intentando encontrar sentido a su trabajo, cobardemente huye de él, dejando abandonada a Scheherazade a sus pies. Ella requerirá el máximo entusiasmo y coraje posible para no aburrir al rey con historias tristes sobre su país. A medida que las noches transcurren, la inquietud y el cansancio llevan a la desolación y se vierten en encanto a medida que Scheherazade divide las historias en tres volúmenes para contárselas al Rey. Y así empieza todo.Su primer capítulo, que lleva de “The Restless One” como encabezado, y en el que a forma de prólogo se presentan los motivos del proyecto con el propio Miguel Gomes apareciendo ante cámara, así como de forma hilarante pero ante todo significativa, huyendo de ella mientras es perseguido por su propio equipo de rodaje, sirve como una sugerente declaración de intenciones para el viaje en el que nos embarca a continuación. Apoyándose en el metadiscurso, en la erosión de un relato multidireccional y de múltiples capas, en un humor tan cínico y sarcástico como definitivamente inventivo en el que tienen cabida banqueros con permanente síndrome de viagra (que la tienen dura y no se les baja, vamos), fugas oníricas que incluyen ballenas y sirenas, incendios forestales, problemáticas adolescentes, tradiciones rurales en crisis, la denuncia del sistema sanitaro y personajes que subsisten como pueden sumidos en el más absoluto paro. Este quizás sea su segmento más autoconsciente y cinemático, algo así como lo más parecido a la estructura y tono que presentaba la asombrosa y maravillosa “Aquele querido mes de agosto”.