En el 1986 cuatro científicos catalanes consiguieron llegar a la Antártida y plantaron su tienda de campaña en la isla Decepción para forzar al estado español a vincularse al tratado antártico y poner una base. El líder de la expedición, el doctor Antoni Ballester, acabaría sufriendo un ictus que llevó a Josefina Castellví a dirigir la minúscula instalación en una época de recursos limitados para el programa antártico. Después de jubilarse, ahora hace veinte años, Josefina decidió volver a la Antártida, el paraíso perdido de los años más intensos de su vida. En el año del 25º aniversario de la creación de la base española, preparó el que será su viaje de despedida del continente blanco.