Un drama fraternal en el que Cornel Wilde consiguió que la calidad del reparto lograra que la sencillez del guión no cayera en saco roto y se aprovechara hasta el mínimo detalle. Al resultar herido durante un atraco, un ladrón de bancos y sus secuaces buscan refugio en una remota granja de Nueva Inglaterra que pertenece a su hermano. Éste lo acoge a regañadientes, pues, antes de casarse, su mujer había sido novia de su hermano. El granjero decide avisar a la policía, pero los delincuentes huyen.