Tras producir a Carlos Saura en "Los golfos", a Marco Ferreri en "El Cochecito" y a Luis Buñuel en "Viridiana", Pere Portabella debuta en el cine planteándose la búsqueda de una nueva narrativa, renunciando a la formula institucional de producción: el canon aristotélico como la herramienta perfecta, eficaz y más adecuada para los productores, avalada por el éxito masivo de asistencia de público en las salas de cine, convirtiéndose en el espectáculo más popular del siglo XX. Para ello recurrió a un poeta, Joan Brossa. Utilizando como estructura narrativa las normas técnicas del cine publicitario, este primer trabajo cinematográfico de Portabella sería impensable sin la poesía de Joan Brossa. Con sus juegos de lenguaje, sus potentes metáforas visuales y su fascinación por las formas de representación populares, Portabella regresa del exilio tras el "escándalo Viridiana". La primera frase de su primer film es: "Derrotado... pero no vencido". La última secuencia deja al espectador clavado frente a la pantalla en blanco.