Maestro de maestros;Oíza dejó en las aulas de la Escuela de Arquitectura de Madrid la esencia de su pensamiento;definido por él mismo como contradictorio. Francisco Javier Sáenz de Oíza;nació en Cáseda (Navarra) pero se crió en Sevilla. Su padre;también arquitecto;pidió el traslado a Madrid;con toda la familia;para que Oíza pudiera estudiar arquitectura. No te mueras sin ir a Ronchamp entra en la leyenda del personaje y en la estrecha relación que mantuvo con el escultor y poeta Jorge Oteiza;a quien conoció a principios de los años 50 en Aranzazu;y cuya relación se mantuvo hasta el fin de sus días. Fue precisamente Oteiza quien;en los últimos meses de vida del arquitecto;le dijo que visitara la capilla que Le Corbusier había levantado en el noroeste de Francia y dio origen a esta frase mítica “No te mueras sin ir a Ronchamp”. Personaje polémico y polemista;creador de obras distantes entre sí en el estilo y en la valoración del público. Si Oíza tenía razón y la arquitectura es como la grafología;quizá adentrándonos en Torres Blancas;en el Banco de Bilbao o en el Palacio de Festivales de Santander podamos conocer el universo que rodeó a Oíza;y a un Oíza más allá de su obra.