Una cena romántica, un día cualquiera. Ella, sentada a la mesa, esperando. Por fin él aparece. Llega puntual. Puntualísimo, 10 minutos antes de la hora: la gota que colma el vaso. Y es que a veces simplemente no puedes soportar que el otro sea tan perfecto. A veces, y sólo a veces, lo bueno es lo malo y lo mismo al revés. Cada detallito, cada gesto agradable, cada comentario acertado, terminan por arruinar la convivencia. Prepárate que te espera una bronca de cuidado.