En su debut como director, Mike Myers (Austin Powers) documenta la carrera del productor Shep Gordon, manager de estrellas de rock como Pink Floyd, Luther Vandross, Teddy Pendergrass y Alice Cooper, y más tarde de chefs televisivos. Todo ello en su camino personal del hedonismo al budismo.Si la reencarnación existe, la vida de Shep Gordon va a sufrir un atroz atasco de tráfico. Porque ¿quién no querría ser él? Un sonriente manager judío que ha llevado al estrellato a más cuerpos celestes de los que puedan caber aquí. Gordon les decía a sus clientes: "Si hago bien mi trabajo probablemente te mataré". Asimismo, Alice Cooper llegó a la cima gracias a él –Shep planeó todos los trucos para lanzarle- y sobrevivió (llevan 44 años juntos). Shep Gordon se pasó a Hollywood y a loscelebrity chefs, y saca aquí sus trapos, sucios y limpios, para el público. Gordon lo hizo todo: casarse con una Playmate, retar a Teddy Pendergrass a un pasote de drogas, ser novio de Sharon Stone, ir de farra con Jimi y Janis, ser el agente de Groucho Marx, tener un gato en "custodia compartida" con Cary Grant y conseguir que Steve Jobs le arreglara (personalmente) el portátil. Es una vida tan loca que el espectador se carcajeará de puro gozo, y encima Shep Gordon la vivió con gratitud, servidumbre (se le considera el mejor anfitrión de Hollywood) y simpatía. Todos los amigos de Gordon -Stallone, Steve Tyler, Mike Myers, Michael Douglas ("Le he contado cosas que nadie sabe. Ni siquiera mi mujer") y mil más- bendicen al tipo más querido del Olimpo de la fama.