Una relación de pareja que llega a su fin, dos mujeres que conversan acerca de lo sucedido y un pasado que regresa sin cesar: estos son los elementos, mínimos pero de intensidad abrumadora que utiliza Mònica Rovira para dar forma a su primer largometraje, que impresionó vivamente a crítica y público en el XIV Festival de Sevilla. Un debut que deslumbra, una película arrolladora que deja sin aliento. En un blanco y negro contrastado, a través de una sucesión de escenas de dureza implacable, la cineasta barcelonesa consigue convertir lo que hubiera podido ser un simple melodrama en un documento de formas innovadoras y atrevidas, filmando dos rostros y dos cuerpos como si se tratara de continentes en plena mutación geológica. Carlos Losilla (SEFF).
Cuando ves a alguien y te deslumbra, de repente te llenas del otro y dejas de ver nada. Tan sólo sientes intensamente cada instante que se escapa. Desde la incertidumbre, vulnerable, buscas con persistencia cualquier atisbo de realidad. Tratando de ver a Sarai, su primera amante, Mònica, cineasta en la treintena, muestra ahora lo que emerge en el umbral de su mirada.