Un rodaje, dos sujetos y un lugar. Un relato suprasensorial que gravita entre la dominación y el deseo. En un mundo que pierde su concreción y donde todo se cuantifica en valor, el narcisismo desmesurado y la autoexplotación pasan a ser lo único aparentemente viable: una plusvalía de sí neurótica y autofágica. Pero los elementos esenciales continúan: la tierra, el aire, el agua en sus diversos estados, el fuego. E incluso los cuerpos y la posibilidad ontológica del vacío.
Basada en esta estructura de ideas, DAS KAPITAL es una reflexión cinematográfica y en torno a nuestras fantasmagorías. Pero es también una improvisación de situaciones compartidas, un ejercicio vital en un lugar desconocido donde lo otro se convierte en una festividad, en el sentido. Y en esto consiste precisamente la experiencia de la película —en asumir lo ajeno en su complejidad e inaprensibilidad, sin concesiones