Estuvo en el último Festival de Sitges y arrasó. Y luego, poco a poco, se ha convertido en la película de la que todos hablan. "Dhogs" es una crónica feroz, una experiencia salvaje, tanto en lo que cuenta como en la manera en que lo cuenta. Pues se trata de seres humanos que parecen animales, de un ejecutivo, de una mujer sola, de unos tipos que vemos en un coche y luego en una gasolinera regentada por una madre y su hijo… ¿Qué está pasando? El tiempo se retuerce, las historias se cruzan, nada es lo que parece. Pero el estilo es de una brillantez técnica impecable, por mucho que se trate de una ópera prima. Ahí está la huella de Quentin Tarantino, de David Lynch, de los hermanos Coen, pero llevada al límite, sin contemplaciones. Y todo en la primera película de un director gallego, Andrés Goteira, que demuestra que el cine español también puede ser otra cosa.