La pareja de directores Messora y Salaviza, premiados en el Festival de Cannes y en Mar de Plata, nos adentran en la selva amazónica a través de una mirada pausada que se integra en la cosmovisión de esta comunidad. Este viaje sensorial entre lo místico y lo antropológico, con su confrontación entre la apacible y misteriosa selva y la alienante y ruidosa ciudad, nos recuerda al cine del gran Apichatpong Weerasethakul.
Es de noche y reina la calma en el bosque que rodea el pueblo. Cuando los vivos duermen, el bosque se despierta. Ihjãc, un joven indígena Krahô que vive en el norte de Brasil, tiene pesadillas desde que perdió a su padre. Camina en la oscuridad, su cuerpo sudoroso se mueve con cautela. Cuando se escucha una canción distante a través de las palmeras, es la voz de su padre desaparecido que llama a su hijo desde la cascada, pues ha llegado el momento de organizar la ceremonia fúnebre que concluye el duelo y permite que su espíritu llegue al pueblo de los muertos. Ihjãc decide huir a la ciudad para escapar a su deber y no convertirse en chamán. Lejos de su gente y su cultura, se enfrenta a la dura realidad que es suya, ser un aborigen en el Brasil de hoy.