apenas habla. Su novio tampoco supone un gran consuelo, pues anulada su atracción sexual, la única intimidad que les queda es su compartida adicción a la morfina. Nada parece tener consecuencias en la conciencia de Gana, ni siquiera cuando asesina accidentalmente a un paciente que amenaza con destapar sus fraudes. Las cosas cambiarán con la llegada de un nuevo paciente, Yoan.