Afianzando su colaboración artística más duradera, Chabrol y Huppert traían a las salas francesas este alabado psico-thriller sobre infancias robadas y traumas familiares de la alta sociedad burguesa que, a modo de curiosidad, fue rodado en la casa de David Bowie.
Mika Muller, directora general de Chocolates Muller, es una mujer, bajo una apariencia encantadora y delicada, acostumbrada a controlar a todos los que están a su alrededor. Vive en Suiza con su marido, un prestigioso pianista llamado André Polanski, y con el hijo de éste, Guillaume. Cuando una joven pianista en busca de sus orígenes y de un maestro visita a André, Mika verá una amenaza a la estabilidad familiar.