Inspirada en un el relato homónimo de Joseph Conrad, La folie Almayer narra la conflictiva relación entre una hija y sus padres en la selva malaya. Es, como la mayoría de las películas de la belga Chantal Akerman, el relato de un destierro, o más bien la descripción del vínculo entre las personas y sus espacios privados e íntimos (el hogar, la escuela y la selva en este caso), una relación de la que la directora se apropia gracias a la precisión de su puesta en escena: el travelling y el plano fijo cuya duración supera lo explícitamente narrado vuelven a ser sus señas de identidad. "La Folie Almayer" se adentra en el choque cultural que para Nina, de padre europeo y madre malaya, supone la obligación de asistir, con el objetivo de prepararse para un promisorio pero improbable viaje a Europa, a un internado en el que rige una rigurosa y primitiva educación francesa. Mediante la minuciosa descripción de la relación entre los padres y el vacío al que les enfrenta la ausencia de la hija, la película se interna en la selva malaya, reflejada con gran detalle. Y mientras la narración sigue su curso, la historia nos lleva a preguntarnos qué define el lugar de pertenencia de una persona: ¿el espacio geográfico donde le ha tocado vivir? ¿es acaso el entorno creado en su propio hogar?, ¿el idioma en el que habla y se comunica?, ¿es algo que se hereda o, al contrario, podemos elegir?