En una isla que antaño fuera una cárcel, el hijo del farero trata de huir. Mientras, uno de los pocos barcos pesqueros que aún quedan en ella, sale a faenar entre los yates del puerto, en la que será su última noche antes de ser desguazado. Pero de pronto estalla una tormenta, y cuando ésta acaba, los doce tripulantes permanecen en calma, ensimismados ante un futuro incierto: el suyo, el de su oficio, el de su propia isla. La tempestad calmada habla de un cambio de ciclo, del final de algo, del miedo a lo que viene después y de cómo afrontarlo.