Un íntimo, universal y preciosista retrato de los abuelos del propio director en su pulso de afecto contra las incertidumbres de la vejez.Felisa es una anciana de 82 años que deambula por los espacios vacíos y fríos de un hospital. Su marido, Antonio, de 84 años, está hospitalizado desde hace días. Felisa está inquieta porque sabe que su marido pidió plaza para una residencia y tiene miedo de que su vida cambie. Ella sólo quiere volver a su casa en Muniesa (Teruel), donde podrá estar tranquila junto a su marido y continuar su vida como siempre ha sido. Por su lado, Antonio, siente una gran responsabilidad de velar por Felisa, le preocupa que ella esté bien cuidada el día en que él ya no esté. Cuando Felisa y Antonio por fin vuelven a casa, encuentran un aviso de los servicios sociales; quizá les han concedido plaza para ir a vivir a la residencia. Ven peligrar su identidad y su independencia. Sienten que tendrán que ceder a otras personas el control de su vida y de su muerte.