Oh Boy es el primer largometraje de Jan Ole Gerster. Una de esas obras agradecidas a sus influencias (Jean-Luc Godard, Woody Allen, Martin Scorsese, Jim Jarmusch), pero con la huella dactilar de un autor a seguir en el futuro. La suerte parece haber dado del todo la espalda a Niko Fischer, soñador treintañero, antihéroe sin solución. La novia se ha cansado de sus remoloneos, el padre lo ningunea y el psicólogo acaba de declararle emocionalmente inestable. Ni siquiera puede conseguir, pese a los repetidos intentos, una mísera taza de café con la que sustituir ese alcohol que antes ahogaba sus miedos. Tal vez la esperanza de hallar, azarosamente, su sitio en el mundo lo empuja al vagabundeo por un Berlín en blanco y negro a ritmo de jazz. Jamás vivirá Niko unas veinticuatro horas tan ajetreadas, de lugar en lugar, de encuentro en encuentro, a cada cual más pintoresco.