Una muerte repentina reúne a los integrantes de dos familias separadas durante años por viejas rencillas. Mientras los adultos siguen el protocolo más o menos teatral que la situación requiere, con la enjundia del caso pero a regañadientes, las nietas y nietos del patriarca desaparecido pertenecientes a distintas ramas de la familia se miran las caras como sobrevivientes de una tribu disgregada: primero con recelo, luego con estupor; más tarde atravesados por una corriente de comprensión mutua que parece operar fuera del alcance de sus mayores.