Contundente, cruda y seca reflexión sobre la culpa, con inesperado giro espectral, la tercera película de Enrique Rivero, ganadora de la sección Las Nuevas Olas del último Festival de Sevilla, narra la historia de un hombre que, tras contagiarle una enfermedad venérea a su mujer embarazada, incapaz de enfrentarse a lo ocurrido, decide esconderse en el pueblo manchego de Pozoamargo (Cuenca). Allí inicia una nueva vida trabajando como un jornalero más hasta que conoce a una explosiva joven llamada Gloria (la ganadora del Goya Natalia de Molina), quien le conducirá de cabeza al infierno. Lejos de ser un drama rural, o una crónica realista, Pozoamargo es una mezcla de tonos y géneros que evoca el calvario de un personaje misterioso, esquivo, por un paisaje cada vez más cercano a la pesadilla. La culpa y la redención están en el centro del drama, pero a partir de ahí se trata de pintar el retrato de un país aún sumido en sus miedos más ancestrales.