Un periplo por Australia y Japón. Dos islas y dos mundos en nuestro propio mundo. Como si de un viaje espacial se tratara, el narrador cuenta haber llegado a un "planeta desconocido" del que las únicas referencias hablaban de su lejanía y, de cómo al estar al otro lado del universo, las cosas tienden a invertirse. Sin embargo, pronto entenderá que un tópico sobre un lugar es sólo la multiplicación de los elementos que lo definen, pero del que no es posible dividir ni desentrañar esos mismos elementos, y que por tanto no son una guía de viaje fiable. Sólo algo que uno trae de vuelta a modo de souvenir, con lo que justifica su estancia en otro lugar. En Estralurtar Lurraldea el narrador nos guía con sus palabras, a través del desértico territorio australiano, y de las pobladas calles tokyotas, reflexionando a cerca de su propia condición de turista, e invitándonos a reinventar junto a él una mirada menos mediatizada y trivial. Una forma de mirar que no perezca cuando el viajero vuelve a casa, y que incluso sea posible recrear cuando lo cotidiano aprieta.