Uno de los documentales musicales más premiados de los últimos años. Un divertidísimo viaje por la ignota infección del clubeo en Bélgica, de los organillos 20’s al hardcore 90’s, pasando por el popcorn 60’s y el newbeat 80’s, hasta la dominación mundial. Una clublandia muy suya. Ustedes dirán: ¿Qué se me ha perdido a mí en un documental sobre música belga? En apariencia, nada. En Bélgica solo hay mejillones y patatas y el Manneken Pis, dirán. ¡Craso error! Los belgas, como se nos cuenta aquí, "trabajan duro y fiestean más duro". Bienvenidos a un divertidísimo viaje, o más bien ruta (en el sentido bakaladero del término), a través de la ignota infección del clubeo en el país. El filme arranca en 1815, cuando la batalla de Waterloo (arrea), y nos ilustra el deseo primigenio del pueblo belga por danzar hasta que salga el sol. Veremos todos los clubes, géneros y escenas (y sepan que algunas de ellas acabaron dominando el mundo). Salgan a la pista flamenca: bailarán con los organillos y las carpas y los bares de carretera de los años 40, pasarán por el popcorn de los 60 (¿una especie de escena northern soul autóctona, solo que con el pitch bajado?), descubrirán a Front 242 y luego la revolución Newbeat (¡también con el pitch bajado!), el renacimiento del techno local (que influenció a las raves inglesas) y el advenimiento del temible Hardcore patrio. Es apasionante. Nuestras ideas sobre Bélgica nunca volverán a ser las mismas.